jueves, octubre 26, 2006

10 sorpresas de los últimos tiempos

1. No tener que dar el exámen de grado
2. Que mi pato (el plumífero biónico, ¿o no, Paola?) rompriera a picotazos el ventanal de mi pieza tratando de perseguir a mi perro.
3. Que mi mejor amiga sea la misma desde los 5 años y que todavía tenga el descaro de cuestionar su poder de dejar un camino de huellas.
4. Habernos hecho amigas de esa que en Parral nos miraba con desprecio y tener que cambiar el título al "pack ampliado".
5. Ser ahora amiga de la que antes fue sólo la "polola de Lucho" y que los que menos pensé, esperé o siquiera intuí, llegarán a ser el mejor recuerdo del fin de "Mis mejores años".
6. Haberme puesto a pololear con un "bueno ya, bueno ya" y estar ahora tan enamorada que aunque siempre me dijeron que el príncipe azul no existía, yo tengo las pruebas concretas para probar que para mí, eso no es cierto.
7. Tener dónde hacer nuestra fiesta del Cotillón (esfuerzos y calamidades en fotolog.com/k_pucha... bitácora de la insistencia)
8. Que mi mejor amigo haya dejado atrás su educación Cordillerana y se pasara a "este lado de la fuerza"
9. Que mi mamá quisiera ser grande y viajara a europa, con el pánico a los aviones a medio dopar y la confianza puesta en que hizo bien su trabajo conmigo.
10. Esa tarde de "Niñitas" robando el tiempo del "deber ante todo, el deber siempre" para dárselo al "querer", al querer de verdad, al querer bien. O esas miles de veces acurrucados, viendo tele...El pillarme tantas veces siendo tanto más feliz de lo que me atrevo a reconocer.
  • Bonus: Que la Jesús todavía se pique por las mismas cosas por las que se picaba en octavo básico. Y que me siga pareciendo que es una muestra grande de cariño ... bien rara, pero muestra al fin.



viernes, octubre 20, 2006

Ni a amores ni a Historias

Hoy día se subió a la micro un tipo de cara chistosa. No porque estuviera sonriendo ni nada parecido, sino sólo porque tenía una cara cómica, no de cómico... pero en fin. Iba con una guitarra bien carreteada. Su primera canción me hizo apagar mi mp3 . Cuando estaba en el colegio tenía un grupo de amigas bien sufridas. Nos tocó vivir experiencias tal vez demasiado fuertes para haberlas sabido afrontar con la madurez, la calma o las máscaras necesarias. Ese fue mi primer "grupo", el primer conjunto de personas que me hacía sentir que pertenecía a algo de verdad. Como siempre, fui la única que se creyó el cuento - especialista en creerse lo que nadie más se cree, aunque digan lo contrario- Pero no me arrepiento. De ahí saque, además de las nunca bien ponderadas "experiencias de vida que te hacen ser lo que eres", una de las pruebas más claras que las amistades de verdad no entienden ni saben de tiempos. Con bolita de cristal o sin ella.Tenía también un grupo de amigos. Los "yupi boys" del Seminario, que nos iban a buscar a la puerta de nuestro colegio religiosamente a las 3:30, después de que nosotras corriéramos cual estampida al baño, para cerciorarnos que en uniforme, "igual salváramos". Uno de ellos me encantaba. Bueno, a veces más de uno de ellos, pero él era el estable. Con su guitarra y sus ojos verdes, cada vez que me hablaba, me paralizaba. Por él, terminé adquiriendo el gusto por Silvio Rodríguez mucho antes de entender sus letras. Por él me aprendí de memoria esa canción "Óleo de Mujer con Sombrero" y la cantaba como si de verdad lograra entenderla. Hoy día la escuché en la voz de ese que usó esa micro como escenario. Y tuve que apagar mi mp3, sonreír -no por la cara chistosa del tipo, sino por todo ese tiempo, toda esa era, por todas las veces que vi sus ojos verdes y no pude hablarle - y empecé a tararearla sólo para mí. Y en eso, salta esa frase que ha sido la respuesta tantas veces a tantas preguntas: "La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes.Los amores cobardes no llegan ni a amores ni a historias, se quedan ahí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar". Y hay tantas veces en las que fui cobarde y hay otros tantos que también lo fueron. El otro día leí una conversación de hace mucho tiempo ya, en la que alguien me decía que para él, entre nosotros los verbos todavía se conjugaban en presente. Para mi, el único presente es el valiente. Es el que sí gasta el tiempo en "causas que parecen perdidas".
El de la cara chistosa siguió cantando varias canciones más. Pero yo seguí cantándome la de esa mujer con ese sombrero. "Se ha perdido esa bella locura, su breve cintura debajo de mí. Se ha perdido mi forma de amar, se ha perdido mi huella en su mar". Y ahora amo pensar que esta vez, sí fui valiente y me arriesgué y que por eso, tengo lo que todo el mundo mataría por tener: la historia, la huella, la locura. Mi amor.
(El también tiene ojos verdes..)

domingo, octubre 15, 2006

Cuidado con lo que pides ...

Con la Javiera hemos llegado a la conclusión absoluta sobre la necesidad imperiosa de pensar dos veces antes de vociferar peticiones mirando el cielo. Y una vez más, queda confirmada la teoría. Tanta súplica tenía que ser escuchada y después de tantos años y tantas voces diferentes rogando que el profesor estuviera enfermo (nada tan grave, sólo lo suficiente como para que le sea imposible llegar a tomar la prueba), o que en virtud de su sabia edad alguna laguna mental le provocara una amnesia selectiva por la que olímpicamente olvidara siquiera que tenía que estar en la sala de clases; que el ayudante se hubiera caído de la micro; que lloviera tanto que se anegara la Universidad o en su defecto, que esta fuera usada de refugio para las víctimas de los temporales, y otros e infinitos etc, finalmente y ante la sorpresa de todos ( y sí, de todos) el milagro se produjo.
La petición más de miss de algo en algún certamen de belleza transmitido por algún canal de tv cable de bajo presupuesto (y no tan bajo también), la petición más ingenuamente ambiciosa (y sospechosa, debo decirlo) fue escuchada: No tendremos que dar el añoso Examen de Grado para poder titularnos de periodistas.
Entiéndanme, no es que mi imagen mental favorita sea verme encerrada durante eternos meses tratando de entender la "lapicidad del lápiz" para Desantes, o la definición Godosiana de Broadcasting, o la maravillosa aldea global de McLuhan y llegar a saber qué tiene que ver que las ranas sólo coman lo que está en movimiento - porque si está quieto no lo ven- para empezar a tratar de entender a Maturana.
Es sólo que el Examen de Grado era ese instante que siempre parece lejano, hasta que temiblemente deja de serlo, pero que en su amenaza de existencia tiene el poder de modelar las acciones. Se justificaban los meses de estudio por esa aura de respeto que lo envolvía.
Es cierto que no medía todas las habilidades reales que hay que desarrollar para poder ser periodista. Es cierto que en su abstracción teórica dejaba afuera elementos fundamentales de la profesión. Pero también es cierto que salir de la universidad sin una instancia final que mida, por lo menos, si nos dimos la lata de sentarnos a estudiar todo lo que tantas otras veces no estudiamos, y que tenemos alguna mínima idea o noción de ética, de derecho, de teorías de la comunicación, de las ciencias sociales y la comunicación, me suena a estar incompletos, a final abierto, y no, no me gustan los finales abiertos.
Es verdad, tal vez la mejor
manera no sea tratar de medirnos en un examen meramente teórico, pero también es cierto que no es mucho mejor opción no evaluarnos en absoluto.
Espero estar errando en la apreciación, pero me suena a que no sólo el "resto del mundo", sino ahora nuestra propia universidad nos ve como una carrera chanta. Así no más: chanta. "Ud. el periodista chanta vaya circulando rapidito, rapidito".
Salté - y desde el accidente que no saltaba- de la alegría y fui con mi pololo a comer sushi para celebrar la muerte del eximio examen. Y sigo sintiendo el gran alivio de saber que este verano y sobre todo, el título, son míos. Fui una de las que pidió - sin nunca creer realmente que sería verdad - que se eliminara. Pero no puedo evitar pensar que nos quedamos un poco cojos. Que si bien pedí que no hubiera más examen de grado, no era mi intención tener con propiedad el "título" -frente a mi y frente a todos - de periodista, como si fuera a la chuña. No porque nos regalen todos los años de estudio y trabajo que hay detrás de ese título. Sino porque como profesionales deberían medirnos, deberían evaluarnos. Debería existir la instancia en la que la mediocridad no fuera una opción. Pero creo que esa no será una petición tan popular como lo fue eliminar nuestro examen de grado y de verdad espero que no sea porque somos chantas
.

miércoles, octubre 11, 2006

EDITADA II

Esta vez, Nacho me edita. Sólo como aclaración, fue suprimida la entrada anterior para que el susodicho no se queje. Había sido publicada para que Tamara pudiera hacer gala de su derecho constitucional a la libertad de expresión y opinara sobre el tema, pero en vista que Nacho alega, Tamara se queda sin opinar :P
Opine ahora ud, Nacho.
JEJEJE